miércoles, 4 de mayo de 2016



UNIDAD EDUCATIVA "Fesvip"

INTEGRANTES: 

*Fernanda Barreto
*Valeria Cabezas


CURSO:

3° Sociales "D"



TEMA:

"LOS INCAS"


FECHA: 27- Abril- 2016


La nobleza estaba dividida en dos clases dominantes
. En primer lugar
estaban situados inmediatamente después del Inca, todos los descendientes del
soberano, quienes conformaban la denominada panaca
real. Al parecer, el monarca llegaba a tener cientos de hijos con sus numerosas
concubinas, situación que a veces complicaba la satisfacción de las necesidades ojamiento y manutención de esta clase acomodada. Estas personas, llamadas “orejones
” por los españoles, por causa de la deformación de las orejas que se provocaban apropósito con el uso de unos enorrmes adornos circulares encarnados en sus lóbulos, consumían en demasía y llevaban una vida de lujos que, en ocasiones, poco tenían que envidiarle a la que llevaba el monarca.

La otra clase dominante estaba constituida por los Curacas. Estos eran los
caciques de las naciones conquistadas que los Incas con sus guerras iban adosando a su creciente imperio. Los monarcas incas sabían cómo lograr pleitesía y admiraciónde sus conquistados, y una de sus estrategias era j
ustamente no remover a estos caciques de su cargo, llevarse a sus hijos para que fueran educados en el Cuzco prácticamente como virtuales rehenes, e incluso no prohibir la religión local,siempre que se adorara en primer término la figura del Inca, se respetaran la leyes y la religión oficial. En ocasiones este tipo de medidas no era suficiente y se llegaban a realizar traslados de una tierra a otra para facilitar la integración. La autoridad de estos personajes era solamente local. Si bien los “orejones” eran seres absolutamente superiores y contaban con privilegios exclusivos inherentes a sudignidad, los Curacas disponían también de ciertos privilegios que los diferenciaban fuertemente del pueblo, aunque en este caso, aparentemente, recibían estos privilegios en forma de obsequios y halagos de parte del soberano, como para
dejar en claro que no les eran inherentes. Así se lograba mantener a los
Curacas en su lugar dentro de la escala social incaica, y a su vez se establecía toda una cadena de distribución de privilegios, bienes, y lealtades
que aseguraban el perfecto funcionamiento de las instituciones.





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Hacia el siglo XII, expandidos y asentados en el valle del Cuzco, los incas constituyeron un imperio que dominó gran parte del territorio de la América del Sud pre-hispánica, subordinando a las poblaciones precolombinas de los alrededores.
A partir de la conquista incaica, entonces, la vestimenta sirvió para diferenciar las distintas etnias y territorios, como así también la clase social.

De la misma manera, así como el tipo de ropa utilizada determinaba el origen del inca, también existían un conjunto de elementos que los unificaba: el derecho a llevar uncu , chullu (túnica masculina) y demás adornos que lo identificaban como grupo. Esta metodología se conservó hasta la llegada de los españoles, quienes intentaron unificar, aún más, la vestimenta local, entendiendo que ésta era una sola a lo largo y ancho de todo el imperio.
Los materiales básicos eran el algodón y la lana, en sus diferentes variantes, alpaca y vicuña. La primera de mayor simpleza y la segunda, destinada a las clases más altas. Famosos por sus tejidos que pueden conocerse hoy en día gracias a la conservación que mantuvieron en virtud al clima desértico y pese a las tumbas en donde se hallaron, las mujeres incas eran las encargadas de hilar y tejer, tanto para el seno de la familia como para los gobernantes, magníficas telas tejidas, en pago del tributo. Los tejidos eran decorados por bordadores especializados; los motivos consistían en formas geométricas e imágenes de animales y seres humanos. A menudo, con este tipo de telas de tapicería se confeccionaban vestidos.
mujer-inca1.jpgAsimismo, el vestuario inca se caracterizaba por especial cuidado en el tocado, las clases más altas llevaban la insignia real que consistía en flecos agarrados con un cordón multicolor, adornado en la parte superior con plumas de aves.
Las mujeres vestían de manera sencilla. Lo que las diferenciaba a una de otras según su clase, no era la complejidad en la confección sino la calidad de los géneros con que estaban fabricados los vestidos. La ropa típica era una túnica rectangular que se colocaba por la cabeza, ancha, que se ceñía a la cintura con un lazo y cuya extensión llegaba hasta los tobillos. Sobre el vestido, llevaban una capa tejida de alpaca. Las damas de la nobleza tenían el privilegio de llevar telas más sofisticadas y coloridas, como así también capas de vicuña.

En cuanto al peinado, las mujeres lo usaban con una ralla al medio y muy largo. Al igual que la ropa, que no solo tenía carácter funcional, el cabello también connotaba estados particulares de la persona: durante el duelo se llevaba más corto, como signo de belleza representaba un especial cuidado, etc. Los peinados iban cubiertos con un pequeño manto llamado ñañaca o pancpacuna.
En relación con la vestimenta masculina, los hombres comunes usaban un especie de poncho llamado onka que, normalmente, era tejido en alpaca. Encima de esta prenda, y en los días de frío, usaban una capa, también tejida, que se llamaba yacolla.
A ésta indumentaria se sumaba un taparrabo, el wara cicoy, entre las piernas. Para las clases altas cobraba especial significación, la virilidad del portador.
Los hombres también llevaban accesorios, que variaban según el rango y la ocasión en que eran usados: peines elaborados con espinas, madera, orejeras y alfileres de cobre, plata y oro.