La nobleza estaba dividida en dos clases dominantes
. En primer lugar
estaban situados inmediatamente después del Inca, todos los descendientes del
soberano, quienes conformaban la denominada panaca
real. Al parecer, el monarca llegaba a tener cientos de hijos con sus numerosas
concubinas,
situación que a veces complicaba la satisfacción de las necesidades
ojamiento y manutención de esta clase acomodada. Estas personas,
llamadas “orejones
”
por los españoles, por causa de la deformación de las orejas que se
provocaban apropósito con el uso de unos enorrmes adornos circulares
encarnados en sus lóbulos, consumían en demasía y llevaban una vida de
lujos que, en ocasiones, poco tenían que envidiarle a la que llevaba el
monarca.
La otra clase dominante estaba constituida por los Curacas. Estos eran los
caciques
de las naciones conquistadas que los Incas con sus guerras iban
adosando a su creciente imperio. Los monarcas incas sabían cómo lograr
pleitesía y admiraciónde sus conquistados, y una de sus estrategias era j
ustamente
no remover a estos caciques de su cargo, llevarse a sus hijos para que
fueran educados en el Cuzco prácticamente como virtuales rehenes, e
incluso no prohibir la religión local,siempre que se adorara en
primer término la figura del Inca, se respetaran la leyes y la religión
oficial. En ocasiones este tipo de medidas no era suficiente y se
llegaban a realizar traslados de una tierra a otra para facilitar la
integración. La autoridad de estos personajes era solamente local.
Si bien los “orejones” eran seres absolutamente superiores y
contaban con privilegios exclusivos inherentes a sudignidad, los
Curacas disponían también de ciertos privilegios que los
diferenciaban fuertemente del pueblo, aunque en este caso,
aparentemente, recibían estos privilegios en forma de obsequios y
halagos de parte del soberano, como para
dejar en claro que no les eran inherentes. Así se lograba mantener a los
Curacas
en su lugar dentro de la escala social incaica, y a su vez se
establecía toda una cadena de distribución de privilegios, bienes, y
lealtades
que aseguraban el perfecto funcionamiento de las instituciones.